2001 - 18. Okt. - Barcelona - Benefiz-Konzert [375 KB]






04

04.01.2002

Barcelona

Liceo

Saint-Saëns – Henry VIII

08.01.2002

Barcelona

Liceo

Saint-Saëns – Henry VIII

11.01.2002

Barcelona

Liceo

Saint-Saëns – Henry VIII

13.01.2002

Barcelona

Liceo

Saint-Saëns – Henry VIII

17.01.2002

Barcelona

Liceo

Saint-Saëns – Henry VIII

 




LA VANGUARDIA – 05/01/2002

LA VANGUARDIA – 05/01/2002

 

 

Caballé vuelve a reinar en el Liceu

 

 

Calurosa acogida a la soprano en su regreso a la ópera escenificada

 

El esperado regreso de Montserrat Caballé a la ópera escenificada tras diez años apartada de ella se materializó anoche con con el estreno en el Liceu de “Henry VIII” de Camille Saint- Saëns. La soprano recibió una calurosa acogida por parte del público que llenaba la sala, que le dedicó fuertes aplausos y bravos al término de la función, mientras sus fans le agradecían su dedicación al Liceu con una lluvia de papeles con la frase “Montserrat: gràcies pels 40 anys de fidelitat”, en referencia al 40º aniverario de su debut en el Gran Teatre de La Rambla, que se se cumple justo pasado mañana.

 

El público dedicó también aplausos al resto del reparto –especialmente a la mezzosoprano lituana Nomeda Kazlaus (Ana Bolena) y al tenor estadounidense Charles Workman (Don Gómez) y a todo el resto del equipo artístico, coro, orquesta y director musical (José Collado) incluidos.

 

El punto negativo de la noche fue que el bajo–barítono Simon Estes, que encarnaba al principal personaje de la obra, Enrique VIII, se vio afectado por una laringitis alérgica que hizo que cantara a media voz los dos primeros actos y que finalmente padeciera una afonía que obligó a sustituirle por otro cantante en los dos últimos actos. Tampoco intervino en la escena del ballet, como se había anunciado, Julio Bocca, al encontrarse enfermo.

 

Gran figura de la ópera a escala mundial durante el últimomedio siglo, reina indiscutible del Liceu, magnífica intérprete de lasmás célebres reinas del género –María Estuardo, Ana Bolena, Isabel de Inglaterra, Sancha de Castilla...–, la soprano catalana ha elegido para su regreso a otra reina emparentada con aquellas, Catalina de Aragón, reina consorte

del célebre monarca británico Enrique VIII.

 

Los responsables del teatro han decidido celebrar los 40 años de su debut en el teatro con un libro, fundamentalmente fotográfico, que documenta todas las actuaciones de Caballé en el teatro y que será presentado en el salón de los espejos pasado mañana , en un acto de homenaje a la diva. Montserrat Caballé no cantaba ópera en el teatro barcelonés desde 1989, cuando protagonizó el estreno de “Cristóbal Colón”, de Lleonard Balada, y “La fiamma” de Ottorio Respighi. Después todavía participó en algunas óperas en España y en el extranjero, la última de ellas un “Viaggio a Reims” de Rossini en el Covent Garden de Londres, en 1992. Desde entonces se ha limitado a intervenir en recitales, conciertos y alguna ópera en versión de concierto, tanto en las temporadas liceísticas como en otros teatros y salas de todo el mundo.

 

La ópera de su regreso a escena, “Henry VIII”, cuenta con un libreto de Pierre Léonce Détroyat y Armand Sylvestre basado en “La “El cisma en Inglaterra” de Pedro Calderón de la Barca y en el último drama de Shakespeare, “All is true”. La obra, en el estilo de la “grand opéra” francesa, se estrenó en 1883 en la Ópera de París y durante largo tiempo ha permanecido olvidada, al igual que otros títulos de Camille Saint-Saëns,del que sólo permanece en el repertorio la célebre “Sansón y Dalila”.

 

La ópera se centra en el repudio de Catalina de Aragón por Enrique VIII, al enamorarse de Ana Bolena y querer casarse con ella, el episodio histórico que dio lugar al cisma de la Iglesia anglicana respecto de la católica, al negarse las autoridades de esta última a anular el matrimonio entre el rey británico y la hija de los Reyes Católicos, que es presentada en la ópera de forma idealizada, leal en todo momento a su marido.

 

 

 

 

 




LA VANGUARDIA – 06/01/2002

LA VANGUARDIA – 06/01/2002

 

Cuatro décadas en el trono

 

HENRY VIII

Autor: Camille Saint-Saëns

Intérpretes: Simon Estes/Robert Bork, Montserrat Caballé, Nomeda Kazlaus, Charles Workman. Ballet Argentino. Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu. Director de orquesta: José C. Collado.

Producción: Gran Teatre del Liceu/ Théâtre Impérial de Compiègne

Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (4/I/2002)

 

 

Se produjo el emocionante reencuentro de Montserrat Caballé con el Liceu en una ópera. Escuchándola en los impresionantes recitales del Liceu y de otras partes, uno tenía la seguridad de que la Caballé aún podía enfrentarse perfectamente con una ópera entera, y así lo ha demostrado completamente, hasta el punto de que, si ésta hubiese sido su primera actuación en el Liceu, un crítico imparcial habría saludado su actuación con sorpresa y entusiasmo.

 

Para muchos espectadores que no escucharon a la diva en los años de su absoluta gloria hubo, pues, motivos para saludar en su actuación a una soprano que cantó sus arias dejando apreciar una voz todavía prodigiosa para un fraseo admirable, para unos pianos y pianísimos delicados, exhibiendo un sentido musical de primer orden para imponerse en los pasajes de fuerza, y sorprendiendo a veces incluso por el torrente vocal en las frases más dramáticas. Y, por encima de todo, que Caballé haya culminado con esta Catalina de Aragón cuarenta años de carrera liceísta.

 

Añadamos que el destino no puso fáciles las cosas para este triunfo: la ópera de Saint-Saëns es larga y, aunque tiene momentos magníficos (el último acto, sobre todo), se interpretó virtualmente completa y, naturalmente, con un solo descanso, y ni siquiera se cortó el inútil y anticlimático ballet del final del segundo acto, basado en melodías y ritmos que nada tienen que ver con el siglo XVI. Ya es sabido que en la Ópera de París el ballet era indispensable, pero en el Liceu, si hubo tradición de ballet, el viento se la llevó, y ver a cuatro bailarines dando saltos por el enorme escenario quedaba, cuando menos, ridículo, a pesar de la aceptable calidad de los intérpretes, sin el anunciado Julio Bocca.

 

Por si fuera poco, el titular de la obra, Simon Estes, en el papel de Enrique VIII, salió en mal estado vocal, como suele últimamente. Tanto que tras el descanso se anunció que le sustituía Robert Bork, el bajo del segundo reparto, quien logró un éxito personal por su calidad vocal y la excelente actuación.

 

Señalemos también la más que notable actuación de la magnífica mezzosoprano lituana Nomeda Kazlaus, cuyo extenso papel le permitió el lucimiento de su excelente timbre vocal y de su personalidad escénica. El tenor norteamericano Charles Workman exhibió una voz sumamente ligera pero de calidad y con excelente capacidad para el canto.

 

Entre los roles menores se distinguieron Hans Voschezang, CelestinoVarela, Begoña Alberdi y los tenores Claude Pia y Josep Fadó. La orquesta funcionó bien dirigida por José C. Collado. El coro estuvo rotundo y bien enfocado. La producción, flojita y sin especial interés. El vestuario no pasa de correcto. Mejorado el clima general con Robert Bork, y también por el mayor interés musical y dramático de la segunda parte, la ópera consiguió una mejor acogida por parte del público. El final fue una fiesta, con aplausos para todos y lluvia

de papelitos y flores en homenaje a la diva, que, emocionada, vivió una nueva noche de estreno liceísta que confirmaba sus cuarenta años de reinado.

 














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01.04.2002

Berlin

Philharmonie

 

 




03/04/2002

03/04/2002

 

Kunstvoll gesäuselt: Und trotzdem lieben alle Montserrat Caballé

 

Sie ist längst eine Legende. In wenigen Tagen wird Montserrat Caballé 69

 

 

Das ist ein Alter, in dem selbst die kostbarsten Stimmen ein wenig an Kostbarkeit zu schrumpfen beginnen. Und wenn dann noch das kleine Gehüstel vor vielen Liedern anzeigt, dass Madame Katarrh, die Liederfeindin par excellence, seit eh und je die Brunnenvergifterin so mancher Gala, sich zum Duett mit der Primadonna gesellt, dann horcht man dem Abend mit einiger Skepsis entgegen. Doch am Ende setzt es standing ovations. Nicht so sehr wahrscheinlich für das Singen der Caballé, sondern für ihr exemplarisches Sein. Sie kommt herein in überschwänglichem Schwarz (nach der Pause wird sie zu einem knallroten Unterkleid überwechseln) und stützt sich dabei schwer auf den Arm ihres Begleiters Manuel Burgueras, auf dessen rücksichtsvollen musikalischen Beitrag sie sich auch später anhaltend stützt. Tief verbeugt sie sich vor ihrem Publikum, das bis zu 80 Euro hat hinblättern dürfen, um dabei zu sein. Statt eines Programms liegt gratis ein Zettelchen aus mit den Komponistennamen und den Titeln des Dutzend Lieder (auch ein paar Arien sind dazwischen), die Frau Caballé singen wird. Caballé beginnt mit einem Grand mit Vieren alter Musik von Scarlatti über Vivaldi bis zu Piccini. Es sind bewährte Stückchen zum Einsingen. Einige melancholisch und schleppend, andere eher heiter und pfiffig. Aber sehr rasch merkt man, dass Caballé sie im Grunde gar nicht mehr richtig vollstimmig singt, sondern sie nur noch markiert. Sie deutet an und deutet aus, immer geschmackvoll, stets wohl klingend, immer im Piano.Es wird kunstvoll gesäuselt. Diesmal ist Massenet das Opfer. Caballé haucht seine Noten hervor als seien sie eine zerbrechliche Kostbarkeit. Aber auch nach der piccola pausa, wenn die geliebte Stimme ins heimische Spanisch hinübergleitet, wird der Stimmhahn kaum je kräftiger aufgedreht, einzig beim vokalen Kastagnettenschlag, dem Flamenco-Gezisch am Ende. Dieser überraschende Ausbruch an gleichfalls bereits etwas verblasstem Singtemperament setzt das Publikum geradezu in Ekstase. Es springt auf, es bejubelt die Größe von einst unter dem Alters-Scheffel. Caballé wird geliebt und verehrt. Sie hat es sich erdient. Verdient hat sie es sich auch. Sie wird weiter entzücken, selbst wenn sie gar nicht mehr singen kann.








12

12.04.2003

Hamburg

Musikhalle – grosser Saal

 

 




14/04/2003 – Hamburg

14/04/2003 – Hamburg

 

So unerreichbar zärtlich klingt die Oper der Vergangenheit

 

Gala-Konzert der Montserrat Caballé

 

Der Belcanto der Montserrat Caballé ist ein seltsamer Anachronismus. An ihrem 70. Geburtstag kehrte sie nach Hamburg für ein Galakonzert in der Musikhalle zurück und demonstrierte noch einmal die längst verlorene Kunst des Piano-Singens. Ihr Publikum aber kennt die Caballé weniger als singende Legende der Oper, denn als Star der lauten und glamourösen Medienwelt - aus Talkshows, vom Kochen mit Biolek oder aus dem sensationellen Crossover-Duett mit der Poplegende Freddy Mercury. Die Katalanin hat gelernt, auf der Klaviatur des Massengeschmacks zu spielen, Kompromisse an ihre elitäre Kunst geht sie dafür kaum ein. Sie beginnt, sensibel von Manuel Burgueras am Flügel begleitet, scheinbar unspektakulär mit "Crudeli spiriti" des alten Scarlatti, spinnt mit ihrer immer noch edel schimmernden Kopfstimme feinste endlose Tonfäden, die sie mit himmlischer Sicherheit durch sanft angesetzte Spitzentöne krönt. Bei Jules Massenets "Les âmes" oder "Cherubin" bewältigt sie sogar dramatische Aufschwünge mit geradezu jugendlich überschwänglicher Bravour und lässt so jede junge Sängerin alt aussehen. Die sinnliche Schönheit ihrer Stimme und ihre absolute Stilsicherheit serviert sie ohne jede abgehobene Grandezza, sondern stets mit ihrem gewinnenden Lächeln und umwerfenden Charme. All dies lässt sich leider nicht ohne weiteres genetisch duplizieren. Tochter Montserrat Martí, rein äußerlich mit markanter Nasenpartie der Callas ähnlich und als Duo-Partnerin mitgebracht, hat sich zwar eine sichere Technik von der Frau Mama abgelauscht, ansonsten aber dem aktuellen Operngeschmack eines andauernden Forte-Gebrülls angepasst. Mit dem hart artikulierten Opernespressivo des Verismo und mächtigen Acuti rief auch ihr Tenorkollege Oscar Marín in Turiddus Abschiedsarie aus "Cavalleria Rusticana" so laut in den Wald der Begeisterten hinein, wie es prompt herausschallte. Adäquate Partner konnten die beiden jungen in den Duetten mit der Caballé nicht werden. Welten von einst und heute prallten aufeinander. Höchste Harmonie herrschte in den vielen Zugaben. Jetzt gab auch die Caballé den Affen Zucker - mit dem Liebesduett "Lippen schweigen" aus "Die lustige Witwe" zum Beispiel. Tobender Applaus für die sichtlich bewegte letzte wahre Primadonna des reinen Klangs.








12

12.11.2003

Hamburg

Musikhalle – grosser Saal

 

 




14/11/2003 – Hamburg

14/11/2003 – Hamburg

 

 

Eine Operndiva, wie sie im Notenbüchlein steht

 

 

Die Frage, ob Maria Callas bis ins hohe Alter noch so hätte singen können, stellt sich gar nicht erst. Montserrat Caballé hat die nur vier Wochen nach ihr geborene Diva schließlich um Jahrzehnte überlebt und singt noch immer zur Freude ihrer Verehrer rund um den Globus. Zur Ikone ist sie dabei ganz von selbst geworden, ohne ihr Image als liebenswerte, souverän gealterte Sopranistin mit dunklem Timbre je hätte forcieren zu müssen. Beim Lieder-Recital in der Musikhalle schimmerte ihr einstiger Glanz jedoch nur noch matt hindurch. Gefährlich wacklig klang die schlanke Höhe, manche Töne waren angeschliffen, und oft genug lag ihre Intonation um Mikrointervalle zu tief. Wegen eines Missverständnisses brach sie sogar die Arie "Non voglio, no, pensar" ab und versicherte würdevoll lächelnd, dass der Komponist für diese Zäsur gewiss nichts könne. Verziehen wurde ihr nicht nur das.

 

Nun hatte sich die Caballé auch kein leichtes oder gar leicht verdauliches Programm gewählt. Von barocker Inbrunst bei Alessandro Stradellas "per pietà" aus "Il Floridoro" bis hin zu Gaetano Donizettis konzertanter Kantate "L'amante Spaguolo" reichte die Palette heute vergessener Vokal-Hits. Kaum ein Reißer war darunter. Vielleicht war das aber auch genau die Absicht. Keine kecken Eskapaden à la Rossini drohten, die nicht mehr so bewegliche Sängerin aufs Glatteis zu führen, keine heiklen Intervallsprünge Mozarts hätten sie bloßstellen können. Stattdessen sang sie eine Literatur, die ihrer großen Stimme, ihrem weit ausschwingenden Timbre und ihrer noch immer packenden dramatischen Gestaltung eher gerecht wurde. Herrlich die plötzlichen Dur-Aufhellungen in Mercadantes "Perche tremo" oder die energischen Gesten des erst 1950 verstorbenen Francesco Cilea, einem der letzten Nachfahren der großen italienischen Oper und Schöpfer des Rühr- und Tränen-Dramas "Adriana Lecouvreur".

 

Manuel Burgueras, der die Caballé seit 1991 am Klavier begleitet, nahm sich total zurück und tupfte seine gebrochenen Übergangsakkorde gefühlvoll dahin. Die Leichtigkeit, die er bei zuweilen aufleuchtenden Walzerrhythmen anschlug, kontrastierte sonderbar mit Caballés schwerfälligen Koloraturansätzen und breiten Trillern. Voller Charme gerieten dennoch die Kadenzen bei "Ay Malhaya" von Jerónimo Giménez oder die französisch gesungene Elegie "Nuit d'Espagne" von Jules Massenet. In der langen schwarzen Robe, dem auftoupierten, streng zurückgekämmten Haar und den tiefroten Lippen hätte diese Frau, die das Bild einer spanischen Operndiva wie kaum eine andere geprägt hat, gewiss auch in die Rolle der verlassenen Lucia aus Mascagnis "Cavalleria rusticana" gepasst. Nach getaner Arbeit drückte die Caballé ihrem galanten Begleiter das Notenheft in die Hand und ließ sich von ihm gemächlich zum Ausgang führen.

 

Bei allem Wohlwollen konnte sie an diesem Abend den Beweis, dass Tenöre vielleicht doch schneller altern als Soprane, dann doch nicht antreten. Achtung gebührt der 70-Jährigen trotzdem. Und wer ihre unvergessenen Aufnahmen in makelloser Qualität hören möchte, sollte am besten zur vierteiligen CD-Neuauflage von BMG Ariola classics (RCA Red Seal) greifen, die dieser Tage erschienen ist: "Les Grandes Heroine Lyriques", "Recital Espagnol", "En Recital" und "Duos mit Giuseppe di Stefano". Die Doppel-CDs enthalten jeweils legendäre frühe Studioaufnahmen, bei denen Caballés Lieblings-Zugabe, das Schweizer Liedchen "G'schätzli", natürlich nicht fehlt.








03

03.04.2004

Barcelona

Liceo

 Piano: MANUEL BURGUERAS

 




LA VANGUARDIA – 05/04/2004

LA VANGUARDIA – 05/04/2004

 

 

Glorioso recital de Montserrat Caballé

 

 

Autores: Stradella, L. Leo, A. Scarlatti, Mercadante, Donizetti, Cilèa, Massenet

Intérpretes: Montserrat Caballé, soprano; Manuel Burgueras, piano.

Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (3/IV/2004)

 

 

 

La semana próxima, Montserrat Caballé va a cumplir setenta y un años. El mero hecho de su presencia en el escenario del Liceu, a pesar de un programa operístico totalmente insólito, provocó el lleno completo del teatro, que siguió fascinado la lección de canto que nos ofreció la ilustre diva, que fue ahondando en los recursos de una capacidad de canto que se basa en un fraseo impecable, en la pulquérrima administración del fiato para conseguir notas de una belleza fascinante, y para darnos un recital que supera todo lo que se ha visto recientemente.

 

Abrió el recital con arias de autores italianos barrocos; luego pasó a su terreno más habitual, con una exquisita

aria de “Il conte d'Essex”, de Mercadante, y un par de canciones del mismo autor; siguieron luego dos de Donizetti, coronadas por un aria de la ópera “Adelia” en la que lució el legendario fiato aplicado en un agudo impresionante por su suavidad y finura.

 

Como evolución estilística emprendió en la segunda parte cuatro arias de óperas poco conocidas de Francesco Cilèa, el compositor verista que trató de compaginar verismo y bel canto, y finalmente nos ofreció un florilegio de piezas de Massenet, un compositor en el que Montserrat Caballé ha hecho recientes e importantes incursiones.

 

El crítico no pretende ser “malo”, pero quiere subrayar que terminado el recital los aplausos del público

arrancaron seis bises a la diva (a la Gheorghiu sólo cinco). Entre éstos un fascinante “Babbino caro” (que la Caballé cantó en el Liceu por primera vez ¡en 1974!), un maravilloso “Emigrant” (Vives) y un curioso lamento de la olvidada compositora María Rodrigo (1888-1967), acabando con una improvisación en la que el excelente pianista acompañante, Manuel Burgueras, hizo gala de eficacia, como durante todo el recital.




Ganz herzlichen Dank an Yann aus Frankreich für das obige wunderschöne Photo, das er selbst während des Konzertes aufgenommen hat.





siehe auch DISKOGRAPHIE / KONZERTE - live






08

08.06.2004

Kiev

 

mit VLADIMIR GRISHKO und NIKOLAY BASKOV

 











26

26.12.2004

Hamburg

Musikhalle – grosser Saal

Benefizgala

 




28/12/2004 – Hamburg

28/12/2004 – Hamburg

 

Ob das sein muß? Klebrig fließt der Zuckerguß über jeden Stimmgenuß

 

Auf den Arm des Pianisten gestützt, betritt ein Wesen wie von Botero gemalt die Bühne der Musikhalle. Kühner Schneiderlaune gehorchend, umspielt ein in Wellen herabfließendes, kupferfarbenes Gewand die gewaltigen Formen der ehemaligen Operndiva Montserrat Caballé. Das sehr schwarze Haar soll ihr Alter nicht verraten, doch mit dem Gehen muß sie sich Zeit nehmen. Ungeachtet ihrer 71 Jahre drängt es sie noch immer ins Scheinwerferlicht, und die zahlreichen Besucher ihres als "Weihnachts-Gala-Liederabend" angekündigten Konzerts geben ihr recht. Montserrat Caballé ist noch gefragt, besonders bei Damen, die zu solchen Anlässen ihre mit lila Pailletten besetzte Jacke und ihre goldenen Schühchen aus dem Schrank holen und erfolgreich den Gatten beknien, er möge doch wenigstens heute mal seine Fliege umbinden, obwohl jeder sehen kann, daß Mann und Fliege in diesem Leben keine Freunde mehr werden. Montserrat Caballé läßt sich zu ihrem Singplatz am Flügel geleiten, stemmt die Rechte gegen den nach hinten geklappten Deckel des Instruments, ordnet ihre Noten auf dem schmucklosen, hölzernen Pult und hebt zu singen an.

 

Wir begreifen nach den ersten Tönen, weshalb einst die Welt dieser Stimme verfiel. Zugleich werden wir Zeugen, wie so langsam die wunderbare Welt dieser Stimme verfällt. Frau Caballés Sopran verfügt noch immer über ein ungeheures Volumen, das sie über weite Strecken des Abends zu zügeln weiß. In den Liedern von Donizetti und Massenet kultiviert sie deshalb ein fortwährendes Fortepiano. Die stärker gesungenen Töne dämpft sie schnell ab, erst bei den Schlußtönen schiebt sie sich in vokale Bravourgesten hinein. Doch singt sie nur noch Binnenbögen; ein Sinn fürs Ganze ist nicht mehr zu hören. Die Caballé gestaltet nichts mehr, sie präsentiert ihrem Publikum nur noch vokale Petits Fours, süße Einzeltöne und Mini-Phrasen, abgeschmeckt allerdings mit der jahrzehntelangen Erfahrung der Meister-Pâtissière.Den deutschen Weihnachtsliedern in ihrer soliden Lebkuchenhaftigkeit tat diese Zuckerbäckermentalität weniger gut. Die schlichte Melodie von "Alle Jahre wieder" bekam durch das pathetische Vibrato etwas Klebriges. Auch das angloamerikanische Weihnachtsrepertoire machte nicht froh. "Mary's Boy Child" kam recht ölig, und "White Christmas" klang derart schwunglos, daß man den Schneeflocken ihr Fernbleiben nicht verdenken kann. Bei Fernando Obradors "El Vito" zeichnete die Primadonna von damals die harten Schatten der andalusischen Sonne weich wie hinter Milchglas, in der "Tarántula" von Giménez mit seinem raschen Sprechgesang blieb die melodische Kontur auf der Strecke.

 

Gegen Ende des Programms glückte ein ganzes Lied, die "Marinela" von José Serrano. Da paßte alles zusammen, sogar beim Schlußton mied die Caballé alles Übersteuernde. Und es kam eine mögliche Erklärung für das künstlerisch Unbefriedigende des Abends: Recht salopp und schon ab Reihe 13 nur noch mit Mühe zu verstehen, erzählte die Diva von ihren Zahnproblemen, von Brücken und Implantaten. Wenn wir recht verstanden haben, plagt sie sich mit einem Provisorium. Sollte man, bis der Zahnarzt das perfekt geregelt hat, nicht besser der Bühne fernbleiben? Oder, wenn schon die Künstlerin unbedingt singen will, das Publikum wenigstens vor Konzertbeginn wissen lassen, worauf es sich einläßt?








21

21.10.2005

Wetzlar

Mittelhessen Arena

Klavier: OSIAS WILENSKI

 




25

25.10.2005

 

Grande Dame des Operngesangs gewinnt die Herzen

 

Liederabend mit Montserrat Caballé in trostloser Atmosphäre

 

 

 

WETZLAR. Stehende Ovationen und anhaltender Beifall waren die herzliche Ehrung für eine leibhaftige Diva, als die berühmte spanische Grande Dame des Operngesangs Montserrat Caballé in der Wetzlarer Mittelhessen-Arena auftrat. Trotz ihres Alters von nunmehr 72 Jahren vermag sie durch ihre atemberaubende, glasklare Stimme und ihr mitschwebendes Charisma zu überzeugen und die Herzen des Publikums zu gewinnen. Dennoch ging die gewisse Portion an noch vorhandener gesanglicher Strahlkraft in den Weiten der Halle verloren. Obwohl der Saal durch einen schwarzen Vorhang als Trennwand auf das hintere Drittel der Arena verkleinert wurde, blieb die Atmosphäre trostlos. Vor etwas über 1000 Zuhörern, die trotz des erst kurzfristig gestarteten Kartenvorverkaufs gekommen waren, wirkte die Sopranistin mit ihrem nicht weniger alten Klavierbegleiter Osias Wilenski auf dem schmucklosen Bühnenpodest leicht verloren. Wilenski, argentinischer Pianist, Komponist und Filmemacher, vertrat den erkrankten Manuel Burgueras.

 

Überraschend war das musikalische Programm: Wer große Opernarien á la Mozart, Verdi, Puccini und Donizetti erwartete oder gar mit dem legendären Olympialied "Barcelona" im Ohr angereist war, erhielt eine eineinhalbstündige Lehrstunde in einem meist weniger bekannten Vokalrepertoire des 19. Jahrhunderts. Dieser vorwiegend besinnliche Liederreigen wirkte in der Arena deplaziert und hätte sich eher in klassischerem Ambiente entfalten können. Während der bei den Gesangsvorträgen eingekehrten Stille konnte man erstmals einen Zug an der Arena vorbeifahren hören.

 

Zunächst widmete sich Caballé italienischen Opernarien von Nicola Vaccai, Giuseppe Severio Mercadente und Johannes Simon Mayr, die mal ruhig gemächlich, mal leicht beschwingt und auch schwermütig in ihrem Gehalt gesungen wurden. Gerade Vaccai dürfte Gesangsstudenten durch seine Lehrwerke zum italienischen Gesang bekannt sein. Insbesondere in den gesteigerten Abschlusskoloraturen setzte Caballé ihr ansteckend sympathisches Lächeln auf. Zum Schmunzeln regte auf beiden Seiten aber auch ihr Werkeln mit dem widerspenstigen Notenpult an.

 

"Wir wollen uns doch nicht erkälten", machte die Sängerin bereits nach der zweiten Nummer auf die ungesunde Auswirkung von Zugluft auf die Stimmbänder aufmerksam.

Der folgende Block widmete sich ganz dem bekannteren französischen Komponisten Charles Gounod (1818-1893). Schöner Gesang entfaltete sich gleich in der getragenen Solokantilene "Nuit resplendissante" aus der Oper "Cinq Mars", in der die in den Marquis de Cinq Mars verliebte Prinzessin Maria ihren Liebsten wünscht, im Frieden einer süßen Nacht zu ruhen. Nach einem leichten Bolero, dem sehr gehaltvollen "Repentir", in dem der göttliche Erlöser gehuldigt wird, sowie in der schnellen Lieddichtung "Au printemps" gab es für den Pianisten sogar ein Küsschen.

 

Im zweiten Teil des Programms ging es zurück in Caballés Heimatland Spanien. Nun trug die Sängerin unbekannte andalusische Werke des 19. Jahrhunderts vor. Temperamentvoller und stellenweise mit flamencoartigen Anspielungen gaben die romantisch-klassischen Kompositionen einen Hauch südspanischer Stimmung wieder. So waren das "La maja de Triana" von Joaqíun Espín y Guillén von einigen Flamenco-Rhythmen, das im Cante chico-Stil launisch vorgetragene "La vivandera Andaluz" (Basilio Basili) von typischen Kadenzwendungen sowie die ernste "Saeta" (Joaquín Turina) mit den wehklagenden "Ay"-Silben in melismatischen Verzierungen durchzogen.

 

Als zum Abschluss mit dem flotten, hektischen und mit schnellen Textpassagen vorgetragenem Lied "Cunas de los niños" die Sängerin mit würdigem Applaus gefeiert wurde, war Pianist Wilenski scherzhaft der Meinung, das Stück sei nicht schnell genug gewesen. So gab es als Zugabe das Lied in angezogenem Tempo und unter stehendem Beifall des Publikums noch einmal zu hören. Auch wenn der Rahmen des Liederabends nicht die nötige Atmosphäre lieferte, so wussten die Zuhörer den Gesang und das Lebenswerk Caballés zu honorieren.

 

 








26

26.10.2005

Hamburg

Laeiszhalle - Gr. Saal

 

 




28/10/2005 - Hamburg

28/10/2005 - Hamburg

 

 

Montserrat Caballé - Die Königin der hörenden Herzen

 

 

Diesmal hat sie es sich und ihrem Publikum gar nicht leicht gemacht. Montserrat Caballé gab in der Musikhalle einen klassischen Liederabend, anspruchsvoll und vielschichtig im Programm, auf die Wunschkonzertnummern aus Operette, Zarzuela und Folklore verzichtete sie gänzlich. Die Grande Dame der alten Schule des Belcanto will es mit ihren 72 Jahren noch mal wissen, sie ködert ihre Fans nicht, sondern verführt sie behutsam - an einem Abend der zart anrührenden, der tief empfundenen, der spektakulär leisen Töne. Die Caballé ist und bleibt die Königin der Pianokultur, die sie mit ihrer stupenden Technik, ihrer geschmackvollen Stilsicherheit und ihrer so persönlich timbrierten Stimmschönheit wunderbar zelebriert. Wer sie jetzt wieder hörte, mochte glauben, eine Sängerin auf der Höhe ihrer Kunst zu erleben. Wohl braucht sie zum Warmwerden heute ein bißchen länger, geschickt hat sie dafür italienische Arien von Nicola Vaccai, Saverio Mercadante und Johannes Simon Mayr gewählt, um in einer Liedgruppe von Charles Gounod dann vollends eingesungen zu sein. Klang ihr Forte anfangs noch ein wenig gaumig, baut sie in "Repentir" dramatische Aufschwünge mit der Attacke und Bravour einer Jungen auf, um ihren Gounod schließlich mit einem ins Pianissimo zurückgenommenen Spitzenton zu krönen. Mit unbekannter andalusischer Musik des 19. Jahrhunderts überraschte die Katalanin in nicht minder feinfühliger Manier und lieferte ein Exempel höchster Atemkontrolle und Phrasierungskunst. Manuel Burgueras am Flügel war ihr mit farbenreichen Zwischentönen aufwartender, klug mitatmender Begleiter.